Origen de la Taquigrafía

Según Juan Cornejo Carvajal, en Reseña histórica del arte taquigráfico (1889), existieron cuatro pilares posibles de la invención de esta disciplina. Hay quienes suponen que fueron los hebreos, otros se lo atribuyen a los fenicios, a los egipcios, también los hay quienes afirman que han sido los griegos y algunos suponen que es de origen divino. Los distintos fundamentos de las tendencias radican en que este arte proviene de las diferentes clases de escritura de los pueblos de la antigüedad, como por ejemplo la simbólica, jeroglífica, hierática o demótica.
El autor se dedica a refutar estas afirmaciones. En cuanto al origen de la taquigrafía atribuida a los caracteres jeroglíficos nos dice que éstos fueron los signos primitivos que practicaron y conocieron los pueblos como medios de comunicación, fijando las ideas que deseaban representar por la expresión fiel de los objetos mismos. Al ver la manera de representar estos objetos, el autor dice que los jeroglíficos pudieron haber sido más bien el origen del arte pictórico. ¿Cómo? Porque primero representan ideas y pensamientos, y segundo porque sus ejecutores se complacían en complicar este tipo de escritura con el objeto de dar mayor vigor y expresión al pensamiento o imagen que deseaban representar.
En cuanto a la escritura hierática o sacerdotal, que tampoco tiene origen la taquigrafía (donde podemos aplicar lo expuesto a la escritura con signos jeroglíficos), el autor nos remonta hacia los sacerdotes egipcios quienes eran depositarios de los misterios y secretos de su religión. Hacían fijar los signos en las columnas, paredes de los templos y en papiros. Cuya finalidad claramente no era tomar notas a la velocidad del habla.
Los que suponen que la taquigrafía tiene su origen en el pueblo hebreo, se basan en el salmo 45 de David: “mi lengua será como pluma de escribiente muy ligero”. O en el capítulo 7 del Daniel: “y escribió el sueño, encerrándolo en breves palabras”. Son afirmaciones que constituyen un inagotable campo abierto donde dependen de una interpretación.
En cuanto al origen divino, nos dice Cornejo Carvajal que no es de extrañar si se considera el asombro de aquellas generaciones al encontrarse en posesión de un conocimiento que seguía la rapidez de la palabra; fácil es suponer que sea este el fundamento por no encontrarse otro racional.
En referencia al origen griego de la taquigrafía el autor se detiene. Diógenes Laercio atestigua que el sabio filósofo e historiador Jenofonte taquigrafió las lecciones de su maestro Sócrates. Pero ante tal afirmación sale al paso el doctor José Balari y Jovany que en Historia de la Taquigrafía de los griegos y los romanos (1875) afirma que Grecia no poseía la taquigrafía en la época a la cual nos referimos. No hasta por lo menos ser parte del Imperio Romano.
Si nos adentramos en el fundamento de Balari y Jovany, en el hecho de que en la época en que la palabra de Demóstones se dejaba oír en Atenas era costumbre el llevar muy pensado el discurso que se iba a pronunciar, y por esta razón se lo escribía con anterioridad a ser pronunciado. Por lo tanto en esas condiciones no hacía la falta de una escritura taquigráfica. Igualmente los griegos se valían de otro método para la reproducción de los discursos. Lo hacían por medio del sistema de siglas.
El carácter de escritura taquigráfica concedida en siglas, dio lugar a creer que la cuna de la taquigrafía fue Grecia. ¿Sería posible copiar un discurso con la singulae literae (letras iniciales o sistema de siglas)? ¿Se podría traducir lo escrito? Evidentemente no. Tal es así que los romanos que intentaron hacer uso de estos caracteres en el Senado se encontraron con inconvenientes. El emperador Justiniano se vio con la necesidad de dictar una ley para desterrar el uso del sistema de siglas de los libros de derecho.
Si la Taquigrafía es el arte de escribir velozmente nada tiene que ver con el sistema de siglas. Pues no copian sonidos como esta y es deficiente para cumplir el fin que la misma taquigrafía se propone.
El origen del arte taquigráfico se encuentra en Roma en la primera mitad del siglo I A.C. cuando ya sonaban en el Senado romano las palabras de Cicerón. Durante los comienzos de este período se hacía uso de las siglas, o como las menciona el autor “notas vulgares”, las cuales por distintas razones fueron abolidas. Una de ellas es que por el pésimo funcionamiento de estas, muchas oraciones de distintos discursos quedaron incompletas. Hasta que apareció la invención de Marco Tulio Tirón, la “braquigrafía”, donde “Brajus” significa breve y “Graphe” escritura, o como las conocemos comúnmente “notas tironianas”. 
Hagamos algo de memoria, Tirón eran el esclavo de Cicerón y gracias a su invento fue declarado liberto. Las “notas tironianas” obedecían a un plan preconcebido, el cual consistía en 200 signos primitivos de los cuales luego se derivaban los demás. De esta manera se completaba una serie de signos arbitrarios que equivalían a los llamados signos convencionales de cualquier sistema de escritura taquigráfico en la actualidad. Las vocales se representaban por modificaciones de las consonantes. También se hacía frecuente uso del punto, que según la ubicación que se le daba a este, hacia sufrir gran variación a la palabra que se quería designar.
Dentro de todos los argumentos que refutan a Tirón como el creador de este bello sistema, me pareció interesante este: “que significando la palabra tiro, tironis, discípulo, principiante, aprendiz, pudo muy bien confundirse el nombre propio Tiro con el apelativo, y de la extraña coincidencia de los nombres dimanar la opinión que los autores sientan como incontestable” (de Compendio de Taquigrafía, 1872, de Suit y Agüero). 
Del grupo de los defensores de Tirón, nos encontramos con Krieg y Zeibig, ambos profesores del Real Instituto Taquigráfico de Dresde, quienes sostienen que Tirón fue el inventor de la taquigrafía. Fundan su opinión en documentos que almacena la biblioteca del instituto. 
La taquigrafía superó durante el Imperio Romano las esperanzas de aquellos que se interesaban por el adelanto de este arte. Convencidos los romanos de las ventajas, establecieron escuelas de taquigrafía que solamente en Roma alcanzaron el número de 300. Los taquígrafos tomaban sus notas sobre tablas enceradas, grabándolas por medio del estilo, borrando continuamente lo escrito a su reproducción en escritura ordinaria.
La escritura en notas tironianas llegó a ser tan general, y se consideraba tan útil para los usos y necesidades de la vida, que aquellos que la desconocían eran calificados como hoy lo puede ser una persona que no sabe leer ni escribir.
Entre los hombres célebres que se dedicaron a la práctica de esta disciplina, encontramos a los emperadores Augusto y Vespasiano.
Pero por distintas razones este arte cayó en desuso hasta que el Renacimiento la puso de nuevo en marcha. Pero así y todo vuelve a desaparecer. La periodización es que después de un breve destello durante el siglo XI, florece en el XVI en Inglaterra con la figura del taquígrafo parlamentario.
Entonces, el que la taquigrafía se valga de signos nada tienen que ver con las escrituras de los pueblos antiguos y su propia historia. La utilización de signos es por mera convención, su finalidad es otra: la de la escritura veloz. El error es fruto de querer relacionar la taquigrafía con la historia de la escritura por su gráfica. Hay que entenderla por su finalidad, que es la velocidad. "Entiéndase a la taquigrafía como: el arte de escribir la palabra ajena como el propio pensamiento, en el menor tiempo y espacio posible" por Enrico Noe en Tratado de Taquigrafía Italiana (1887) definición por lejos más acertada, según nuestro equipo.

Notas tironianas. Alfabeto. Material sacado de Lacuadra de Bordallo, Concepción Porcel (1954). Ligeras nociones de historia de la taquigrafía. p. 6.

Bibliografía:

Balari y Jovany, José (1875). Historia de la taquigrafía de los griegos y romanos: publicada en la Revista histórica latina por José Balari y Jovany. [S.l.] [s.n.] Estab.Tip. de la Revista histórica latina 2ª ed.

Cornejo Carvajal, Juan (1889). Reseña histórica del arte taquigráfico. Madrid, Impr. de F. Cao y D. de Val. Ubicación Biblioteca del Congreso de la Nación: B. Palant 20 http://consulta.bcn.gob.ar/bcn/catalogo.buscar?d=TA&q=P457688&lg=ES

Lacuadra de Bordallo, Concepción Porcel (1954). Ligeras nociones de historia de la taquigrafía. 5ª ed. Madrid, Libr. y Casa Ed. Hernando. Ubicación Biblioteca del Congreo de la Nación: B. Palant B 27/5a http://consulta.bcn.gob.ar/bcn/catalogo.buscar?d=TA&q=P457733&lg=ES